Un 3 de junio del 2015 miles de personas formaron parte de un hecho que marcó un antes y un después en el desarrollo de los feminismos en Argentina. “Ni Una Menos” fue el nombre elegido para un colectivo de protesta que se oponía a la violencia de género y a la consecuencia más grave y visible, el femicidio.
Justamente, el femicidio de Chiara Páez en la provincia de Santa Fe fue el detonante de la primera convocatoria, y junto a su nombre podían leerse miles más en los carteles que llenaron las plazas de más de 80 ciudades de todo el país.
Con el correr de los años, las consignas feministas fueron ocupando un lugar más preponderante no solo en nuestro país. Aquella primera concentración fue también el detonante para que el grito colectivo del “Ni Una Menos” se masifique en manifestaciones en Latinoamérica, Europa y Asia.
Al margen de la reacción de las instituciones, ese hecho historico acrecento y alimento el activismo feminista y se constituyó el desencadenante de un gran cambio social. Aquel 3 de junio se abrió camino a una marea feminista que no paró de crecer, pero las cifras de mujeres asesinadas por el hecho de ser mujeres tampoco se detuvo.
Un grito en boca de todas
El “Ni Una Menos” le dio una mayor visibilidad a los reclamos que el movimiento feminista y de las disidencias venia sosteniendo desde hacia años y significó un gran impulso para que la agenda de los feminismos adquiriera un lugar central dentro del debate público.
La magnitud de lo sucedido esa tarde del 3 de junio de 2015, fue absolutamente inesperada y transformó el curso de la historia. “Ni Una Menos” se convirtió en el lema de una generación, posibilitado por el poder de la masividad.
Impactar en la vida real
En este recorrido algunas demandas se convirtieron en políticas públicas. En 2015 se promulgó la ley de defensa gratuita para las víctimas de violencia de género, que todavia no pudo aplicarse integramente en el pais, la Ley Brisa, sancionada en 2019, normativa que obliga al Estado a reconocer a los hijos e hijas de las mujeres víctimas de femicidio como víctimas colaterales o generacionales, la conquista del Aborto Legal, Seguro y Gratuito, y la Ley Micaela, que establece la capacitación obligatorio sobre violebcia de genero para todas las personas que se desempeñan en la función pública en los tres poderes del estado.
El “Ni Una Menos” también fue fundamental en la visibilización de los transfemicidios y trasvesticidios y en el reclamo de políticas en contra del odio y discriminacion a lesbianas, trans, travestis, bisexuales y no binaries y sacó a la luz otros tipos de violencia machista que estaban silenciados y a veces naturalizadas, como el acoso, los abusos sexuales y la discriminación laboral.
Lo que falta: una Ley de Emergencia en Violencia de Género.
Si bien han ocurrido algunos avances, todavía quedan disputas por dar y mucho por hacer en términos de la lucha por una mayor igualdad.
El 2020 nos encontró atravesando una pandemia, y en gran parte del año un aislamiento social y obligatorio, el cual agravó la situación de muchas personas en el país.
El fin a la violencia de género y la declaración de la emergencia en la problemática, garantizar a las víctimas el acceso a la justicia, la publicación de estadísticas oficiales de víctimas de violencia de género, la implementación de la Educación Sexual Integral y la protección de las víctimas con el monitoreo electrónico de los victimarios son reclamos que aún hoy tienen vigencia.
Cifras alarmantes
Un informe de MuMalá (Mujeres de la Matria Latinoamericana) difundido esta semana, registró un total de 94 femicidios en lo que va del año en Argentina, entre ellos 15 vinculados y 4 trans- travesticidos, lo que significa una cada 38 horas. Además en 2021 se cometieron 143 muertes violentas de mujeres, travestis y trans, lo que registró una cada 25 horas, según el informe.
En este contexto, MuMalá y Mujeres Socialistas, junto al Diputado Nacional Enrique Estevez presentaron en el mes de marzo en el Congreso de la Nación un proyecto de ley para declarar la emergencia en violencia de género en todo el territorio nacional.
El proyecto propone, en primer lugar, incrementar el presupuesto asignado al Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación y agrega en su articulado la necesidad de capacitaciones obligatorias en la temática de género, la adopción de protocolos de abordaje y seguimiento a integrantes de fuerzas de seguridad que ejercen violencia de género, que incluyan el retiro de arma, así como un Plan Nacional de desarme en la sociedad civil.
Además, incluye una asignación económica especial para las personas víctimas de violencia de género que se encuentren en situación de vulnerabilidad social y no posean recursos económicos suficientes para su subsistencia.
A seis años del primer “Ni Una Menos”, tenemos en claro que la deuda es permanente y también nuestro trabajo. Desde el aborto al trabajo doméstico, desde la lucha cotidiana hasta la lucha contra los femicidios, estamos en una revolución contra el patriarcado.